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martes, 22 de marzo de 2016

Propuesta para hacer una aplicación progresiva de los aumentos de tarifas

Por mi actuación profesional anterior como CEO de Southern Energy International (USA) tanto para la Argentina (Hidroeléctrica Alicurá) como para Chile (Edelnor), no puedo sino corroborar la necesidad de un precio justo para la generación eléctrica y el gas natural así como también una tarifa adecuada para la distribución de electricidad.
Además, defendí estos principios cuando era Presidente del Comité Argentino del Consejo Mundial de la Energía y lo hice público en notas publicadas en La Nación, El Cronista y Diario Perfil.
Luego de más de 13 años sin una correcta revisión tarifaria, era necesario hacerlo. Sin embargo el ajuste será de tal magnitud que puede convertirse en impagable.

Se advierten entonces fuerzas muy dispares que si no son atendidas convenientemente por el gobierno producirán efectos contrarios a los pretendidos originalmente. Es decir, la población se quejará con razón y mal humor si se les aumentan exorbitantemente las cuentas que tiene que pagar mensualmente por la luz y el gas que consumen; y las empresas que ya están cerca de colapsar financiera y económicamente no podrán ni invertir en nuevos equipamientos ni mantener el personal altamente capacitado que requiere la industria energética.

No tengo el propósito de disputar la validez de los aumentos ya que seguramente las propias compañías habrán acompañado la documentación que respalda a estos próximos incrementos.
Sin embargo, un aumento de semejantes proporciones llama a tomar medidas precautorias. Por ejemplo, llamar a Audiencia Pública como lo pide la ley. Esto no fue lo hecho antes, donde no hubo una verdadera intervención de los consumidores. Además las autoridades del ENRE no habían sido elegidas por concurso ni habían obtenido la aprobación del Senado de la Nación. Hoy la emergencia eléctrica puede justificar que se tomen medidas para asegurar el suministro a la población pero no es suficiente motivo para aumentarles la tarifa. Son dos cosas distintas.

Una vez determinada correctamente la tarifa a aplicar hay que desarrollar un mecanismo de financiación de este aumento de manera que la clase baja y la clase media lo puedan pagar sin sobresaltos.
El mecanismo no es nuevo y como decía en una nota publicada en 2004 en La Nación “el esquema original de esto se conoce como London Approach y fue implementado por el Banco de Inglaterra a mediados de los 70. Otras variantes son conocidas como Hong Kong Guidelines o como Jakarta Initiatives, aplicadas en las décadas del 80 y 90”. Es decir se sabe cómo debe hacerse, ya les pasó a otros y funcionó la receta.

Esencialmente ¿en qué consiste esta manera progresiva de aumento al público a la vez que las compañías cobran el 100% inmediatamente? Asumamos que hoy un hogar paga $180 de luz y mañana debería pagar $1.260, el gobierno debe calcular una tarifa incrementada mensualmente para que en un tiempo de 3 años ese hogar vaya pagando un poco más de los $180 y vaya saldando la deuda de no haber pagado toda la tarifa de una sola vez y desde el principio. ¿Quiénes aportarán el capital necesario para financiar estos montos? Los mismos que se benefician con el aumento de tarifas: las compañías de distribución eléctrica por el citado aumento; los socios de estas compañías por la mayor rentabilidad; los bancos que financian a estas distribuidoras por un nuevo negocio financiero; las compañías de seguros que disminuyen su riesgo tanto con las distribuidoras como con los bancos que les prestan;  el gobierno por la estabilidad social y porque disminuye subsidios.
El ejemplo se grafica acá abajo:




Ciertamente esta manera es más trabajosa pero indudablemente más contemplativa de los difíciles tiempos que nos tocan vivir luego de años de despilfarro.

Además, los miembros del ENRE deben ser nombrados por concurso público y con acuerdo del Senado. Esto desde hace ya muchos años no se cumple. Ni hoy siquiera.