En energía hay tres temas de vital importancia y en el siguiente orden. El primero es la seguridad de abastecimiento. Luego vienen los costos de ese abastecimiento y más adelante los temas relativos al medio ambiente.
En aras a la seguridad de abastecimiento debemos hacer todo
el esfuerzo posible como país para que no falte el gas para cocinar, calefacción,
generar electricidad y manufacturas. Argentina no se puede quedar sin gas
natural. Los cortes tienen un efecto social y económico indeseable y deben ser
evitados.
Empezamos a importar gas natural licuado (GNL) en 2008
porque la producción nacional no alcanzaba para abastecer la demanda.
Rápidamente se forzó la habilitación de un muelle en Bahía Blanca y se le
adaptó para recibir GNL regasificado desde un buque especial. El apuro no fue
obstáculo para realizar los trabajos muy profesionalmente y en forma segura. No
hemos dejado de importar GNL desde entonces y se construyó otra terminal de regasificación,
pero en Escobar. El año 2013 se importó un promedio de 15,5 millones m3/día
o sea un 13% del consumo total de gas del país. En lo que va de este año
incrementamos la cantidad hasta 16,5 millones o 14% del consumo.
Desde el año 2010 la importación de este hidrocarburo llegó
a volúmenes notorios como lo es que representó en ese año el 4% del total
consumido. Sin embargo, en los años subsiguientes, la importación de GNL creció
hasta llegar al 14% del gas total consumido por el país. Si como decía antes,
debemos asegurar el abastecimiento y sabiendo también que la producción
nacional de gas natural sigue cayendo desde 2006 a tasas promedio del 3% anual,
no es fácil vislumbrar dónde terminará esto.
Además, ¿tenemos la capacidad financiera para pagar estos
montos crecientes de importaciones de GNL? Me pregunto si hay un plan de acción
para remediar esta situación. Sabemos que los productores locales de gas natural
reciben, por los contratos anteriores a la pesificación, el mismo precio que
antes compensado solamente por precios incentivo a nuevo gas. La mayoría de la
producción local está seriamente influenciada por precios pesificados. Al mismo
tiempo, el país importa de Bolivia a precios de mercado comparable con el que
paga Brasil. Sin embargo, los precios que pagamos por el GNL son notoriamente
superiores a los que paga Brasil y también Europa.
Durante 2011 pagamos precios de GNL del orden de U$S 12 por
millón de BTU (unidad térmica) lo que representó unos U$S 5 por encima de los
de Brasil o sea U$S 770 millones. Si comparamos con Europa el sobreprecio
pagado es de US$ 211 millones.
En los años 2012 y 2013 compramos mucho más GNL y además
pagamos precios altos del orden de U$S 16 MMBTU. La comparación con los precios
pagados por Brasil en los mismos años resulta en montos de U$S 1.700 millones
en 2012 y de U$S 1.800 en 2013. Comparados con Europa el sobreprecio pagado es
de US$ 700 millones en 2012 y U$S 1.000 millones en 2013.
Resumiendo, hemos importado GNL con sobreprecio entre U$S 2.300 millones y U$S 4.700 millones. La seguridad
de abastecimiento es fundamental, pero pagar estos sobreprecios es un fraude.
Es vergonzoso ver que no se han hecho planes para revertir esta situación que
además provocó parte del desbalance de divisas que tanto necesitamos.
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