En
California le están echando la culpa al Centro para la Diversidad Biológica, al
Centro para la Defensa del Medioambiente, a la Fundación Surfrider y a la ONG
Truthout por haber tratado de fabricar una controversia con respecto a la
inveterada práctica del petróleo denominada fractura hidráulica en aguas de
California.
En un
lado del ring están las petroleras con un permiso para hacer fractura
hidráulica otorgado por el Bureau of Safety and Environmental Enforcement
(BSEE). Este organismo tiene a su cargo regular los aspectos de fractura
hidráulica costa afuera debido a su experiencia en petróleo y gas. El BSEE dice
que cada operación es única y debe pasar extensos exámenes de parte de sus
expertos.
Del otro
lado del ring están estos los grupos de presión que dicen que los petroleros
están operando en un ambiente no regulado y desechando químicos en el mar. Ellos
dicen que una parte significativa del líquido de la fractura hidráulica es
desechada en el océano o bien transportada y descargada directamente en la
tierra. En el mar los químicos entran en el ecosistema y en tierra tiene el
potencial de contaminar el agua de las napas freáticas.
Independientemente
de cada argumento, lo cierto es que la fractura hidráulica en general y en este
caso, en el mar, es muy conocida, muy
regulada y muy vigilada por todos.
Mi amigo,
Randy, un californiano de 6 generaciones, me dice que el Estado de California
es uno de los más rigurosos en la protección del medio ambiente y que muchas
industrias (de cualquier tipo) temen instalarse actualmente en el Estado por el
exceso de reglamentos estatales y la imposición estatal.
En nuestra
Argentina no tenemos todavía ningún tipo de norma específica aplicable a la
fractura hidráulica porque hasta ahora no la hemos necesitado. Los tiempos de
una discusión amplia y profesional han llegado. Recordemos que el sujeto más
valioso del medio ambiente es el hombre. Y el hombre necesita trabajo y
oportunidades. Esto lo interpretó claramente el peronismo que siempre fue
práctico antes que teórico.
Con la
venida de posibles inversiones petroleras en formaciones de shale oil & gas tenemos la
obligación de dictarnos las normas pertinentes para lograr dos objetivos
fundamentales: (a) establecer los parámetros de conservación del medio ambiente
acordes con el crecimiento económico del país, sus provincias y su pueblo; (b)
hacer saber al productor petrolero cuáles son esos parámetros para que evalúe
económicamente su inversión y sus riesgos.
Una vez
que hayamos desarrollado en conjunto estas normas, tenemos que tener la
disciplina de mantenerlas. Si las hemos estudiado a conciencia y desarrollado
por nuestros profesionales más competentes deberán servir como un puntal de
desarrollo y no de pelea donde la gente ignora dónde está la verdad.
California
es solamente un ejemplo, que como no tenemos uno propio podríamos usarlo para
aprender. Lo cierto es que tendremos que desarrollar yacimientos como Vaca
Muerta, hoy o mañana. Definamos nuestras reglas y cumpliéndolas hagamos
historia.
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